lunes, 12 de diciembre de 2011

La mierda viajera


¿ No habeis tenido esa sensación de bienestar después de un viaje largo cuando vuelves a tu tierra otra vez? Estos días al estar fuera, allí en la ejquinica de España, lejjimos del tó, una tierra donde la gente come más pejcao que carne, donde al sol se le olvida aparecer , solo hay lluvia y gente hablando raro , me he dado cuenta de algunas cosas.

Todo esto vino a mi mente justo en el momento que llegue a mi casa, y nada más llegar, casi con el abrigo puesto, fui directo al baño para adelgazar al instante varios kilos, si cague una mierda considerable y os cuento la historia.

Para cagar, soy especial, como mucha gente, y solo hay un sitio en el que me relaje del todo y pueda cagar a gusto, sin presión, y disfrutando, en mi baño, mi trono, fiel compañero.

Pues bien, imaginar que son las 6 y pico  de la mañana, estás en Compostela, esperando a un bus para que te lleve al aeropuerto y estas con unas ganas de jiñar bastante importantes y piensas “ joder, espero que venga pronto el bus para que me lleve y así poder cagar en el aeropuerto, que si no, el avión  no despega por exceso de peso” y apreté para contener a la bestia.
Llegó el bus y llegué al aeropuerto, total era pronto aún y tenía tiempo, que mejor excusa para dejar allí mi sello. Pero como dijo Forrest Gump, “ total ya que he llegado hasta aquí podría seguir hasta el final del condado” … Pues si, respire hondo, apreté aún más y cogí el avión.

A medio viaje, sentí escalofríos, mareos, e incluso dijeron que había turbulencias, que nos abrocháramos los cinturones ( no eran turbulencias, lo que tenía dentro de mí quería salir y movía todo el avión, pero no dije nada para no alarmar al pasaje), y dijo que ahí se quedaba, pero apreté y me prometí que nada más aterrizar iría sin más dilación al baño más cercano.

Aterrizamos y cuando iba a pasar al baño me dije a mi mismo “total ya que he llegado hasta aquí podría seguir hasta el final del estado..” volví a apretar otra vez y ya mi ano, estaba más duro y más apretado que el adamantium.

Cogí el metro, un par de transbordos, y llegué a la estación y esto estaba ya al borde, podría haber un final desastroso. Como daba ya asco en exceso los baños de Atocha, decidí darme una vuelta por la Capital de nuestro país, en busca de aventuras y algún sitio para depositar mi descendencia.

Dando una vuelta acabé en un burguer King, no era mejor que los baños de Atocha, pero tenía hambre y bueno, que podría pasar? Pues bien, mi ser interno, me prometió que si comía algo de aquel lugar, me hacía la promesa de aguantar dentro de mi un rato más, con lo que me pedí un menú y desayuné . No podía entender como metiendo más munición, mis intestinos me prometieron tal cosa, pero solo seguí mi instinto.

Pasó el rato, subí al tren y en ese momento me sentí traicionado por mi estomago, ya que ahora si que si, quería salir sin más dilación.
Me levanté, fui al baño de mi vagón, y en la puerta me encontré una escena… rara cuanto menos:

Un tío, de unos 40-50 y tantos, con camisa, sin pantalones, calzoncillos bóxer típicos de padre, y la cara llena de espuma de afeitar , hablaba con una azafata para que le diera papel higiénico que no había. La conclusión que saqué, es que allí no podía cagar, con lo que me desplace al otro baño del vagón y estaba ocupado, lo que no se es por que , si hubiera abierto seguro que hubiera sido un unicornio.

Volví a mi asiento asumiendo que una desgracia podría pasar. Me relaje entero, incluso mi ano, y me dormí un rato.

Al despertarme, no sentía nada raro dentro de mi , y nada raro fuera de mí, estaba escondido, pero seguía dentro de mi. Anunciaron que Albacete era la siguiente parada, sin más dilación me dispuse, baje y rápido como un rayo, baje la avenida de la estación con un destino claro, mi trono.

Si, al final llegué sano y salvo y nada más llegar, el mal dentro de mi salió, y como he dicho antes, si es en tu trono no hay nada más agradable.